top of page

De sobrecargo de aviación a experta en impulsar la cosmiatría: La historia de Hanali Chavira.

¿Cómo comenzó tu carrera en el mundo SPA y qué te motivó?



Estuve alrededor de doce años como sobrecargo. Durante los últimos cinco años ocupé un puesto híbrido entre lo operativo y lo administrativo. Siempre he dicho que he tenido una vida muy bonita, llena de experiencias increíbles, y me siento muy bendecida. Por eso, desde siempre he sentido una necesidad genuina de devolver lo que he recibido, de servir a los demás. Cuando me entrevistaron para ingresar a la aerolínea, me preguntaron por qué quería ser sobrecargo, y respondí justamente eso: porque quería regresar un poco de todo lo que la vida me ha dado ayudando a otras personas. Durante mucho tiempo disfruté muchísimo ese trabajo. Más adelante, con el puesto administrativo, pensé que podría servir de otra forma, ayudando ahora a mis compañeros en lugar de solo a los pasajeros. Sin embargo, me di cuenta de que el mundo laboral no siempre es tan ideal como uno quisiera. Hay muchos factores e intereses involucrados, y no pude ayudar tanto como deseaba. Eso poco a poco me fue apagando, hasta que llegué a un punto de quiebre emocional. Fue un puesto que me afectó profundamente y me llevó a una depresión. Tuve que entrar en terapia psicológica y psiquiátrica. Durante ese proceso, ya había comenzado a estudiar cosmetología, pero al estar bajo tratamiento psiquiátrico me bajaron de vuelo, ya que no podía seguir volando. Con más tiempo libre, decidí tomar un curso de masaje holístico con piedras calientes.


 Y ahí sucedió algo mágico: todo el ruido en mi cabeza se apagaba. Me concentraba en la música, los aromas, el contacto con el cuerpo del paciente, las secuencias del masaje. Era como si mi mente por fin descansara. Con el tiempo, las terapias me ayudaron a entender que no todo estaba mal, que todavía había muchas posibilidades y caminos por explorar. Fue entonces cuando me reencontré y me di cuenta de que mi verdadera vocación estaba en servir, y que a través de la cosmetología podía hacerlo de una manera profunda y humana. Más adelante seguí formándome y, con la intención de ayudar a más personas a sentirse bien, decidí emprender en este mundo del bienestar.


ree

¿Cuál ha sido el reto más grande que has enfrentado como emprendedora? ¿Y cómo lograste superarlo?


Sin duda, mi reto más grande he sido yo misma. Aún me siento poco preparada en temas como administración, economía o marketing, y sé que tengo mucho por aprender en esas áreas. También me ha costado trabajo el liderazgo; en la aviación nos capacitaban constantemente, pero aquí, como emprendedora, el liderazgo es muy distinto.


 Otro reto ha sido el ambiente en el gremio de la cosmetología. Hay personas maravillosas, colegas increíbles, pero también existen muchas envidias y comentarios negativos que a veces ensucian el entorno. En su momento eso me afectó mucho, pero poco a poco, con terapia y trabajo interior, he aprendido a no permitir que esas cosas me apaguen.


¿Qué prácticas o estrategias han sido clave para traer y fidelizar a tus clientes?


Creo que mi mayor fortaleza es la pasión con la que hago mi trabajo. Me encanta aprender y compartir lo que sé. Cada vez que una clienta llega, le hago un diagnóstico completo para entender qué necesita realmente. No hago tratamientos genéricos, sino personalizados.


 Además, me gusta explicarles el cómo y el porqué de cada paso. Muchas veces las personas piensan que “solo” aplicamos cremas, pero detrás de cada producto hay investigación, conocimiento y criterio profesional. Les explico que no se trata de “untar cremitas”, sino de usar principios activos específicos para su piel o cuerpo.

 Esa transparencia genera confianza. Mis clientas no solo vienen por resultados estéticos, sino porque aprenden y se sienten acompañadas.


 También creo en construir una relación genuina con ellas. No las veo únicamente como una fuente de ingreso —aunque es necesario para que el negocio funcione—, sino como personas cuyo bienestar me importa de verdad. Me preocupo por no hacerles daño, por que cada tratamiento les beneficie, y por contribuir también a su autoestima. Esa conexión es lo que hace que regresen y me recomienden.


¿Qué significa para ti el bienestar y cómo lo integras tanto a tu vida como en tu negocio? 


Soy una persona muy autocrítica. Antes solía exigirme demasiado, y esa voz interna me decía constantemente que todo estaba mal.  Con terapia aprendí a callarla un poco, a entender que no siempre me equivoco y que merezco comprensión antes que juicio. Para mí, el bienestar es eso: entenderte antes de exigirte, y buscar sentirte bien con lo que haces, con lo que eres y con lo que tienes.


En mi negocio aplico la misma filosofía: aquí no vienes a eliminar lo que no te gusta de tu cuerpo, sino a aprender a gustarte, a aceptar lo que eres y a realzar lo mejor de ti.


¿Qué consejo le darías a otras emprendedoras que están pensando en abrir su propio spa o cabina?


Que se capaciten, pero no solo por tener diplomas en la pared.

 Formarse tiene que ser un acto consciente: entender lo que te enseñan, analizarlo y desarrollar tu propio criterio. Antes de invertir en aparatos —que hoy son tan accesibles—, inviertan en ustedes mismas. En conocimiento. Solo así sabrán elegir qué equipos, productos o principios activos realmente les convienen.


 Cuando tienes claro eso, tu trabajo se eleva y te diferencias del resto. Si lo haces al revés, todo se complica.


¿Qué es lo más valioso que has aprendido siendo una emprendedora SPA?


Que los planes raramente se cumplen tal cual los imaginamos. La vida te sorprende: a veces las cosas salen mejor de lo esperado, y otras veces toca recalcular. Pero cuando tienes claro tu propósito, aprendes a ser resiliente y a seguir adelante.

No puedes rendirte al primer tropiezo. Eso es lo que más valoro de este camino.


¿Dónde puedes encontrar a Hanalí?

Juan S. Castro 3244, 44824 Guadalajara, México.









 

Comentarios


  • Instagram
  • Facebook
SPA.png

®

Copyright 2025

bottom of page